miércoles, 15 de octubre de 2008

Desastre

La selección nacional no está pasando un buen momento, ya se, con decir esto no descubro nada. De los últimos 21 puntos en juego en la Eliminatoria sólo sacó siete, producto de una victoria (contra Uruguay), cuatro empates (frente a Ecuador, Brasil, Perú y Paraguay) y dos derrotas (con Colombia y Chile).
Hemos escuchado en los últimos meses de boca de los protagonistas excusarse por el poco tiempo que tiene el grupo para justamente eso, ser un grupo que se entienda fuera y dentro de la cancha. Que cada estrella argentina llega 3 o 4 días antes del partido correspondiente y que es difícil ensamblar las piezas cuando cada uno viene de jugar con distintos roles en sus equipos, todo esto respaldado por la Copa América en Venezuela. Allí sí tuvieron tiempo para practicar en conjunto y pudieron plasmar un buen juego que nos dejó en la puerta del título.
Pero Argentina no es la única selección que tiene casi todo el plantel jugando lejos de Sudamérica ¿los brasileños, los uruguayos o los paraguayos en cada fecha de Eliminatoria tienen un mes para preparar los partidos? No, entonces no nos pueden explicar el mal rendimiento con la excusa del tiempo de convivencia.
Para poder lograr un funcionamiento colectivo tiene que haber desde el cuerpo técnico un juego definido y un mensaje concreto para los players que se pongan la albiceleste cada mes. Es claro, cuando uno abre la caja de las piezas y despliega el tablero de ajedrez, la reina sabe que a su lado tendrá al rey y un alfil. Tampoco pedimos que Argentina se convierta en un equipo sin variantes, pero por lo menos que se respete la identidad de nuestro fútbol.
Estamos pasando un momento espléndido en riqueza de jugadores, el siempre temido recambio generacional llegó y nos llenó de nuevas estrellas, jóvenes y con un futuro enorme. Ahora está en las manos de Basile poder ordenarlos y sacarles el brillo a estos diamantes en bruto, pero tampoco es cuestión de ponerlos en la cancha, darles la pelotita y que jueguen. Tiene que haber por parte del Coco un orden, que por lo que nos brindan estos muchachos en la cancha parece faltar.
Tomemos el caso del partido con Uruguay, donde se planteó un equipo con una línea de cuatro atrás, dos cincos, un volante ofensivo, dos extremos y un punta (4-2-3-1). Con este esquema podemos aprovechar la cantidad de volantes centrales de calidad que tenemos como Gago, Cambiasso, Mascherano o Ledesma, utilizar a Riquelme (el referente del Coco) y también poner a los nuevas figuras adelante como Messi, Agüero o Tévez, pero nos falta el nueve de área, el Batistuta o Crespo que la mande a guardar.
Este esquema fue el utilizado por el Barcelona multicampeón de Rijkaard, pero con la diferencia que Deco tenía más movilidad y marca que Riquelme y que adelante tenían siempre un centrodelantero, el temible Eto'o y si faltaba el camerunés entraba una torre, imaginense que compraron a Maxi López para esa función.
En el partido contra Chile también se pudo ver los desaciertos de nuestro técnico, afuera Tévez y Riquelme, cambió el 4-2-3-1 por el clásico 4-3-3, pero en el medio puso todos cincos, seguramente para prevenir el juego vertiginoso que proponen los equipos de Bielsa, pero se olvidó que el Loco es de los que les gustan jugar por las bandas. Toda la noche en Santiago sufrimos los cambios de frente que dejaban a los carrileros chilenos con espacios para meterse en campo argentino. Por orden natural Cambiasso se cerraba para ayudar a Ledesma y dejaba la franja izquierda para la subida de Beausejour ¿porqué no probar con Di María o Barrientos en ese sector? Atacar también es una forma de defenderse. Pero no sólo eso tuvimos que sufrir, adelante entró un nueve de área como Diego Milito pero los asistidores no estaban precisos y Basile lo sacó a él en el entretiempo y lo puso a Bergessio, con polenta y físico pero que está acostumbrado a jugar con un goleador al lado.
Todos queremos ver a las figuras pero también necesitamos disfrutar de un equipo que juegue, que guste, que toque y defina como estos jugadores saben hacer y lo demuestran semana a semana en sus respectivos clubes. Queremos un equipo que no dependa de un jugador, ni de la brillantez individual, tenemos los nombres, tenemos la calidad que necesitamos, ahora Basile tiene más de cinco meses para ordenarse y ordenar, esperemos que lo logre para llegar todos contentos al Mundial de ver a la selección argentina que todos queremos ver.

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