Ellos cabalgaban en la colina verde, seguían al sol. El viejo Roberto Fabián les había dicho que así encontrarían la comarca, cómo jóvenes que eran fueron a puro galope. Colchonero, Catalán y Diablo Rojo no descansaron ni un instante para tomar un poco de agua en algún arroyo, sus muchachos tenían prisa.
- Ahí vienen- gritó Juan Pablo.
- ¡Qué todavía no estoy sordo, ni ciego! Rápido, toma la manivela y baja el puente- le contestó Roberto Carlos.
Así fue como Lionel, Sergio y Carlitos se metieron en el Palacio. Quedaron bajo las miradas maravilladas de los porteros y estos con gran entusiasmo los llevaron a tomar algo.
-Entren, no tengan miedo- les dijo Roberto Carlos mientras le daba una palmada en la espalda a Lionel-. Acérquense a la barra y atiendan.
Ariel Arnaldo estaba ahí. Sabias y milenarias palabras de la tierra les brindó, de acariciarla y coquetearla con la pacha, cómo pinceladas de un atardecer verde anaranjado.
Pero cómo sabio que era, Ariel Arnaldo les aconsejó no quedarse allí mucho tiempo con él.
-Uno es grande y sabe elegir, pero ustedes muchachos sigan su camino- y con la cabeza les señaló la herrería de enfrente del bar- ¡Vayan a forjarse!
Carlitos se quería quedar un rato más, pero entre Lionel y Sergio se lo llevaron, tenían que conocer al herrero.
-¡Buenas tardes! Los estábamos esperando- con voz de tío panzón y barbudo les dio la bienvenida Javier Alejandro, mientras golpeaba con un gran martillo el fierro caliente sobre una piedra.
Los laderos se sentaron sobre unos troncos y con el fuego en la cara quedaron atónitos imaginando las batallas que les contaba el herrero.
Sergio, que suele ser tímido y callado, lo miraba con los ojos bien abiertos, hasta que Javier Adelmar les comunicó a los jóvenes que ya era hora que visitaran al Arcángel Gabriel.
-Gracias por traerlos Javier, espero que no los hayas molestado contándoles tus viejas historias- bromeó Hernán Jorge y miró a los muchachos- Él los está esperando, tiene muchas ganas de conocerlos.
-Para nosotros es un honor -respondió Carlitos como todo un Lord-.
Las palabras de Hernán Jorge serían las últimas que nuestros tres valientes escucharían antes de pasar esa enorme puerta. Lionel estaba ansioso por entrar, en cambio, Carlitos prestaba mucha atención a todo lo que decía Hernán Jorge y Sergio seguía pensando en las batallas de Javier Alejandro.
De repente se hizo un gran silencio y la puerta se abrió, una enorme habitación, altos techos de columnas interminables, un gran ventanal y en medio el Arcángel Gabriel.
¡Clank!
El ruido de las puertas al cerrar retumbó en todo el palacio. Dicen haber escuchado a Ariel Arnaldo contar que antes de irse los muchachos pasaron por el bar y conversaron con él. Otros creen que Hernán Jorge estuvo dentro de la habitación, pero no. Lionel, Carlitos y Sergio se reunieron con el Arcángel Gabriel, escucharon, hablaron, aprendieron y crecieron ante él, a solas los tres con él.
-Y ahora vayan muchachos, a la gran colina verde- les dijo y con un chiflido llamó a Catalán, Colchonero y Diablo Rojo.
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